Recorrer el Camino es como leer una historia que escapa a los límites del turismo tradicional. Se trata de conectar con las comunidades y experimentarlas de una manera íntima y pausada. A medida que caminas, comienzas a reconocer nombres e historias que se quedan contigo. En Cartago, saben quién es Julio, el caribeño; en San José, han oído hablar de Rita, de Turrialba.
La verdadera magia del Camino reside en las conexiones humanas que se forman a lo largo de la ruta, en cada paso que se da de un albergue a otro, de una historia a otra, de una familia a otra. Nuestro papel como guías y guardianes de este hilo es compartir y tejer estas experiencias en cada recorrido. Y para el caminante solitario, el desafío es construir estas conexiones por sí solo, porque sin ellas, se puede perder el alma real de Costa Rica.
Estas conexiones seguirán creciendo con cada nuevo caminante que se embarque en el Camino. Con el paso de los años, nuevos servicios y personas se sumarán a este viaje y, personalmente, espero seguir siendo siempre parte integral de este proceso. ¡Así que, a caminar!